Garrafa vacía, bolsillos llenos de angustia: el drama del ajuste en Tandil


La crisis no se detiene y el frío tampoco. En Tandil, la concejala Guillermina Cadona encendió las alarmas y no precisamente por el termómetro: “La gente no llega a fin de mes ni con trabajo en blanco, está endeudada hasta el cuello y termina pidiendo ayuda en Desarrollo Social”. Mientras los termómetros marcan bajo cero, muchos hogares siguen vacíos… de garrafas.

Según Cadona, el emblemático Plan Hogar —que solía cubrir hasta el 80% del valor del gas envasado para familias sin acceso a red— fue brutalmente recortado. “Es un desfinanciamiento encubierto”, denunció. En 2024, los subsidios desaparecieron como por arte de magia, y cuando volvieron, lo hicieron en versión miniatura: pagos de $1.200 en un país donde una garrafa vale más de $14.000. El resultado: un programa que se desvanece, mientras los hogares tiemblan… de frío y de bronca.

Pero la crítica fue más allá del termotanque: “No es eficiencia, es crueldad. El Estado no puede borrarse así”, arremetió la edil, apuntando directo al corazón de la motosierra mileísta. Y cerró con munición gruesa: “¿Concientizar para que los nenes no se insulten en la cancha mientras el Presidente lanza insultos y trolls en redes? Así no se construye un país”.