El juicio por la muerte de Diego Maradona pasó de ser “histórico” a una vergüenza judicial digna de un guion trágico. Después de 21 audiencias, múltiples testimonios desgarradores, apartamientos de abogados y hasta un arresto por falso testimonio, todo se fue por la borda. La causa volvió a “foja cero” tras la decisión de anular el proceso debido a la conducta de la jueza Julieta Makintach, involucrada en la grabación de un documental en pleno juicio. Nada de lo ocurrido tiene ahora validez: ni la foto de Maradona fallecido con la que arrancó el proceso, ni las lágrimas de sus hijas, ni los allanamientos realizados para preservar evidencia médica.
Durante el juicio, se reconstruyó paso a paso la caótica “internación domiciliaria” que terminó con la vida del ídolo. El fiscal Patricio Ferrari fue contundente: “Fue un teatro del horror”. El equipo médico fue calificado como un grupo de “improvisados” y se expusieron chats y negligencias que estremecieron a la opinión pública. Sin embargo, todo se borró de un plumazo. Incluso quedó anulada la detención del custodio Julio Coria por falso testimonio y la incautación de documentación de la Clínica Olivos. Los testigos, entre ellos familiares y profesionales, deberán repetir todo lo dicho, aunque esta vez sin la espontaneidad que ofrecía la primera vez.
El juicio también sirvió como escenario para la exposición brutal de las internas familiares. Dalma, Gianinna, Jana, Claudia y hasta Rita, una de las hermanas del 10, hablaron con crudeza del abandono y la manipulación. Sus declaraciones, cargadas de dolor, deberán volver a pronunciarse. Y lo que ayer parecía un avance hacia la verdad, hoy es solo una página arrancada de un expediente. Maradona sigue sin justicia y el país asiste, una vez más, al triste espectáculo de un sistema judicial que tropieza con sus propios errores.