Mientras la Municipalidad de Necochea difunde con entusiasmo que resolvió 357 reclamos en poco más de diez días, la realidad para muchos vecinos sigue siendo otra: redes colapsadas, pérdidas sin respuesta durante semanas y barrios enteros con problemas de presión o cloacas tapadas. El intendente Arturo Rojas insiste en mostrar como logros lo que, en verdad, debería ser el piso mínimo de funcionamiento de un municipio: responder a fallas básicas en agua y saneamiento que, muchas veces, son consecuencia de la falta de inversión y planificación a largo plazo.
Las tareas reportadas incluyen desde obstrucciones cloacales hasta caños rotos, y si bien se destaca el trabajo de los empleados municipales –que enfrentan emergencias en condiciones difíciles–, la gestión omite mencionar por qué estas situaciones se repiten con tanta frecuencia. Las redes colapsan porque están abandonadas o mal mantenidas. Las intervenciones “estructurales” llegan tarde, son parciales y se presentan como grandes avances cuando en realidad se trata de simples parches que no resuelven el problema de fondo: la falta de infraestructura adecuada en una ciudad que crece sin planificación.
El municipio también señala trabajos en pozos de agua y en el sistema de monitoreo remoto, pero nada dice sobre las numerosas quejas de vecinos por la baja presión o la falta de suministro durante horas. En lugar de encarar un plan integral y transparente, el gobierno local elige mostrar números de reclamos atendidos como trofeos, cuando en realidad son evidencia del deterioro acumulado. La propaganda oficial intenta maquillar una gestión que va detrás de los problemas, sin anticiparse a ellos ni dar respuestas duraderas.