Miguel Ángel Lunghi, el histórico intendente de Tandil que venía de 16 victorias seguidas, se comió el trago amargo de la primera derrota en las urnas. Aún así, lejos de mostrarse vencido, el jefe comunal lanzó un mensaje con tono desafiante: pidió que la gente confíe en él y en su equipo, y aseguró que seguirá gobernando “con la misma fuerza que en 2003”. Eso sí, dejó en claro que en 2027 cuelga los botines y se retira de la política.
Con el resultado fresco, Lunghi no dudó en repartir responsabilidades: la inseguridad, los ruidos insoportables de las motos y la falta de herramientas desde el Concejo Deliberante fueron los grandes culpables de la caída, según él. “Secuestramos 25 motos por semana y todavía dicen que no hacemos nada”, disparó, reclamando más poder para aplicar medidas como las fotomultas que, afirma, la oposición le bloquea con excusas.
A pesar del cachetazo electoral, el intendente defendió con uñas y dientes su gestión: miles de millones invertidos en salud, seguridad y obras públicas, más de 800 cámaras vigilando la ciudad y un nivel de empleo que coloca a Tandil como una de las más pujantes de la provincia. “Yo me rompo el culo para que Tandil crezca. Que se queden tranquilos, porque hasta el último día voy a dejar todo”, lanzó Lunghi, dejando en claro que todavía no piensa soltar el timón.