La pulseada financiera de Axel Kicillof quedó en punto muerto y la interna peronista explotó a cielo abierto. Aunque el Presupuesto y la Ley Fiscal ya pasaron la prueba legislativa, el pedido estrella del Gobernador —endeudarse por USD 3.685 millones— quedó clavado en la Legislatura como una lanza política. Con los acuerdos trabados, presiones cruzadas y pases de factura entre kirchneristas, massistas y opositores, Kicillof se verá obligado a mostrarse esta tarde en La Plata rodeado de intendentes, intentando exhibir músculo político antes de la batalla final del miércoles.
El conflicto tiene dos bombas activas: el Fondo de Fortalecimiento Municipal, que nadie termina de acordar cómo repartir, y las sillas del directorio del Banco Provincia, convertidas en la figurita más codiciada del intercambio. Mientras Kicillof reclama un reparto automático según el CUD, La Cámpora insiste en una bicameral que les dé poder de decisión. En paralelo, la oposición desconfía de cualquier movimiento y no quiere quedar pegada a una reforma del BAPRO que implique más cargos, más gasto y más ruido político. El resultado: un cóctel explosivo que dejó la sesión anterior hecha un papelón y exhibió que, incluso dentro del peronismo, nadie tira para el mismo lado.
Esta tarde, rodeado de intendentes que harán de escenografía política, Kicillof buscará enviar un mensaje de control en medio del incendio: “el territorio está conmigo”. Pero la verdad es que, sin el aval para endeudarse, su presupuesto 2026 queda tambaleando y su proyección política entra en zona de riesgo. La foto será grandilocuente; el problema, monumental. Si el miércoles no aparece el acuerdo, el Gobernador quedará más expuesto que nunca… y la interna peronista habrá ganado otra víctima.