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Contra todo pronóstico y después de un comienzo de año pasado por agua… o mejor dicho, por la falta de ella, el agro argentino volvió a levantar cabeza. La Bolsa de Comercio de Rosario ajustó sus números y anunció que la cosecha nacional alcanzará las 135,7 millones de toneladas. En plata fuerte: unos US$ 31.633 millones que oxigenarán las golpeadas reservas del país. Será, ni más ni menos, la segunda mejor campaña de la historia argentina.
El rebote no fue solo en cantidad, sino también en diversidad. El trigo pegó un salto con un aumento de superficie del 25% y rindes que lo empujan a 20,1 millones de toneladas. La soja, aunque sembró más, no logró esquivar los efectos de las olas de calor, y bajará levemente a 48,5 millones. El maíz, por su parte, achicó hectáreas, pero sigue firme como uno de los pilares de exportación. Girasol, cebada y otros cultivos de invierno también aportaron lo suyo para completar el combo que posiciona a la agroindustria como la locomotora más constante del país.
Con estos niveles, las exportaciones de granos y derivados totalizarán 97,4 millones de toneladas y crecerán un 3% interanual. En un contexto de reservas al límite, inflación persistente y mercados en guardia, el campo vuelve a cumplir su papel de salvavidas. En lo que va del año ya liquidó US$ 10.600 millones, un 23% más que el año pasado. Parece que esta vez, la lluvia llegó justo a tiempo.