En Necochea volvieron los controles sorpresa en rutas y avenidas. Patrulleros, policías y agentes municipales parando autos como si se tratara de un megaoperativo contra el crimen. Pero detrás del discurso de “prevención”, los vecinos no tardaron en señalar lo obvio: el intendente necesita juntar caja después de la montaña de dinero que se evaporó en la campaña electoral.
Los operativos se repiten en la 228, la 88, la 227 y la 86, además de los accesos principales de la ciudad. Se revisan papeles, se buscan autos robados y se labran infracciones por faltas mínimas. El municipio lo presenta como un trabajo en equipo con la Policía de Seguridad Vial y otras fuerzas, aunque para los automovilistas parece más una máquina de recaudar que un plan real de seguridad.
Mientras desde el Centro de Monitoreo muestran estadísticas “exitosas”, en la calle el humor es otro. La gente siente que los controles no son más que peajes encubiertos para recuperar lo gastado en actos, publicidad y promesas de campaña. Una postal repetida: el bolsillo de los ciudadanos siempre termina siendo el salvavidas de la política.