La antesala del Cónclave que definirá al próximo Papa está lejos de ser un remanso espiritual. En el corazón del Vaticano se libra una feroz batalla de poder, donde videos editados, rumores médicos falsos y acusaciones oportunamente filtradas buscan inclinar la balanza a favor —o en contra— de ciertos cardenales. En lugar de oración y discernimiento, el ambiente huele a campaña sucia y operaciones dignas de una elección presidencial.
Los principales apuntados son el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle, ambos con chances serias de suceder a Francisco. A Parolin intentaron correrlo con un falso episodio de salud; a Tagle lo viralizaron cantando “Imagine” de John Lennon, sin aclarar que omitió precisamente la parte que reniega de la religión. En paralelo, resucitan viejas denuncias y aparecen portales conservadores norteamericanos agitando el avispero con perfiles tendenciosos sobre los candidatos.
No es la primera vez que los juegos de poder manchan un cónclave, pero esta vez las redes sociales amplifican todo: desde acusaciones hasta memes. Los analistas advierten que el verdadero combate no es sólo por quién será el nuevo Papa, sino por el modelo de Iglesia que dejará Francisco. Y que, esta vez, el humo blanco podría salir teñido de desinformación.