Mar del Plata se arremanga y saca el plumero para devolverle el brillo a una de sus joyas arquitectónicas más olvidadas: la Escalera Imperial. Este rincón majestuoso, último testigo del legendario Paseo General Paz diseñado por el francés Carlos Thays en 1903, está siendo restaurado con lujo de detalles por el municipio, en un operativo coordinado por el EMVIAL y la Secretaría de Obras, junto al sector privado. La estructura, que alguna vez conectó jardines de mármol con el mar, vuelve a levantar la cabeza como emblema de la elegancia perdida.
El plan de trabajo no escatima en grandeza: se reconstruirán 311 balaustres, se repondrán metros de pasamanos como si fueran piezas de un rompecabezas real, y se restaurará cada piedra, escalón y copón con precisión quirúrgica. Incluso regresará la escultura que alguna vez adornó el basamento de piedra martelinada —robada en tiempos de desidia—, y se colocarán nuevas farolas tras un estudio de iluminación que promete devolverle a la escalera su antigua aura señorial. Todo, claro, acompañado de una intervención paisajística para que el entorno también esté a la altura del espectáculo.
La encargada de la puesta en valor, la arquitecta y restauradora Constanza Addiechi, no se guardó el entusiasmo: “La Escalera Imperial es un monumento vivo, el último suspiro de un paseo que marcó una época. Esto es historia, pero también futuro”. En una ciudad que muchas veces olvida lo que tiene, esta obra parece querer recordarles a todos que Mar del Plata no solo tiene playas… también tiene pasado. Y ahora, gracias a esta restauración, también tiene memoria.