El cierre de listas en la provincia de Buenos Aires terminó envuelto en sospechas dignas de una serie de espionaje. Mientras caía la noche del sábado, también caía el suministro eléctrico en sectores clave de la capital bonaerense, justo cuando el peronismo aún no lograba ordenar sus internas. Desde el oficialismo nacional no tardaron en lanzar sospechas: ¿fue casualidad o un “apagón militante” para estirar los plazos? El ministro Caputo ironizó sobre lo “democrático” del hecho, y Sturzenegger agitó el avispero hablando de “falta de conciencia institucional”.
El presidente Milei, fiel a su estilo de redes, no se quedó callado. Con tono apocalíptico, habló de un “monstruo” que hace temblar a sus adversarios y volvió a cerrar con su ya clásico “VLLC”. La tensión subió aún más cuando el candidato kirchnerista Alejandro Dichiara, en una entrevista radial, admitió que el corte de luz les vino “justito” para lograr una unidad de último momento entre las tribus del peronismo, con Kicillof, Cristina y Massa jugando al rompecabezas bajo las sombras.
Lo cierto es que ni Edelap ni la Justicia dieron una explicación formal por los dos cortes consecutivos que coincidieron, casualmente, con los momentos más frenéticos del cierre. Desde el entorno libertario, la falta de una investigación sólo alimenta las sospechas. Para la oposición, fue un apagón técnico. Para el oficialismo, un operativo clamor. Y para los ciudadanos, otra postal del eterno déjà vu argentino: cuando hay que definir el futuro, la oscuridad siempre se hace presente.