En lugar de propuestas concretas para la Ciudad de Buenos Aires, el esperado debate entre candidatos a legisladores porteños se convirtió en un ring de polarización nacional. Las intervenciones giraron en torno a Milei y el kirchnerismo, mientras los temas locales quedaron arrinconados entre chicanas ensayadas y frases de campaña. Con un formato rígido y tiempos cronometrados al extremo, los cruces reales brillaron por su ausencia.
Manuel Adorni, vocero presidencial y figura de La Libertad Avanza, se mostró cómodo en el barro discursivo, cruzándose con Leandro Santoro, quien buscó despegarse del kirchnerismo sin demasiado éxito. Otros como Lospennato (PRO) y Rodríguez Larreta (Volvamos Buenos Aires) también aprovecharon para nacionalizar sus mensajes, apelando a las figuras de Macri y su propio legado como jefe de Gobierno. Hasta Caruso Lombardi hizo su show con metáforas futboleras para tapar la falta de contenido legislativo.
Mientras tanto, los nombres alternativos intentaron marcar agenda con problemas porteños reales como transporte, basura o inseguridad, pero fueron rápidamente absorbidos por la lógica binaria del Milei vs. kirchnerismo. El saldo fue un espectáculo más mediático que político, con poco para rescatar en términos de propuestas, y mucho material para viralizar en redes. La elección de legisladores porteños parece haber quedado, una vez más, rehén del juego nacional.