Gildo Insfrán se anotó otro triunfo aplastante en las urnas formoseñas y allana su camino hacia una nueva reforma constitucional que le permita seguir gobernando más allá de lo permitido. Con más del 67% de los votos y una Legislatura a su favor, el gobernador peronista demuestra una vez más que en su territorio el poder no se comparte, y ahora se encamina a reescribir las reglas para seguir presentándose como si fuera la primera vez.
Mientras tanto, la oposición tradicional volvió a tropezar con sus propias limitaciones. Pese a los intentos por mostrarse como alternativa, no logró siquiera acercarse al oficialismo. El dato llamativo vino por el lado de La Libertad Avanza, que con un 11% en su debut marcó presencia en un distrito históricamente hermético y sin el respaldo de figuras nacionales. Su irrupción expone la desconexión entre la dirigencia opositora clásica y un electorado que, aunque fiel al PJ, empieza a mirar otras opciones.
Los comicios dejaron al descubierto una realidad cruda: más que una democracia en funcionamiento, Formosa parece atrapada en un sistema cerrado, sostenido por décadas de oficialismo sin alternancia. La reforma constitucional será ahora la herramienta para habilitar a Insfrán a una nueva reelección en 2027, bajo el argumento de un “nuevo ciclo”. La política formoseña se encamina, una vez más, a girar en torno a una sola figura, mientras los demás apenas disputan las sobras del escenario.