Mientras el hospital se desangra, el Municipio mira para otro lado


La crisis del Hospital Municipal Emilio Ferreyra no nació ayer ni es solo culpa de la interna libertaria: es el resultado de años de abandono por parte del Ejecutivo local, que hoy se lava las manos mientras el sistema de salud pública colapsa frente a los vecinos. Mientras se pelean por cápitas de PAMI y se señala a los concejales de turno, el intendente Arturo Rojas y su equipo hacen mutis por el foro, como si el vaciamiento progresivo del hospital no tuviera nada que ver con su gestión.

No alcanza con decir que “el hospital es de todos” mientras se lo deja agonizar sin inversiones, con personal al límite y sin un plan real para defenderlo del avance privatizador. Que la clínica Cruz Azul no cumpla con los estándares mínimos de atención es una realidad alarmante, pero no puede tapar otra igual de grave: el municipio nunca se plantó con firmeza para exigirle a PAMI ni defender con hechos —y no solo con palabras— al único centro de salud que atiende sin discriminar entre quién puede pagar y quién no.

La comunidad de Necochea está despertando y lo dice con claridad: basta de discursos y excusas. Quieren un hospital fuerte, público y bien financiado, no un teatro de promesas donde el intendente aplaude desde la platea mientras la función se cae a pedazos. La salud no puede seguir siendo moneda de cambio electoral, ni víctima del silencio cómplice del municipio. O se defienden los derechos, o se es parte del problema. Y en esta película, ya sabemos quién está fuera de escena.