La remodelación y ampliación de la Comisaría Segunda de Quequén está a punto de concluir, después de años de abandono y promesas incumplidas. El edificio de calle 527 llevaba más de seis años en estado deplorable, sin funcionamiento pleno por problemas edilicios, pero curiosamente el intendente Arturo Rojas decidió acelerar los trabajos justo en la recta final de la campaña electoral.
El proyecto incluye oficinas administrativas en el sector de cocheras, nuevos espacios armados con containers equipados y un área de recepción construida con steel frame. También se preservaron dos árboles del predio y se diseñó un acceso vehicular al fondo. En total, las obras abarcan unos 300 metros cuadrados y se suman a intervenciones previas en el destacamento del Parque. Sin embargo, el anuncio llega tarde: los vecinos de Quequén convivieron durante años con una dependencia policial limitada, sin que el municipio priorizara esta inversión.
Aunque Rojas exhibe la gestión del financiamiento provincial como un logro, lo cierto es que tuvo dos mandatos para encarar esta obra y recién ahora la pone en agenda, en un evidente movimiento electoralista. Los quequenenses necesitaban una comisaría moderna mucho antes, no a días de las elecciones. La seguridad, que debería ser una política de Estado, terminó usada como vidriera de campaña por un intendente que aparece cuando hay votos en juego.